Para entender lo mejor posible el ámbito en el que actuamos y las implicaciones de nuestra labor de control de plagas en Valencia, nunca está de más conocer un poco de la historia que nos precede y lo que han significado las plagas a lo largo de la misma. En nuestra tierra de Valencia, como en buena parte de España, hubo una cuya fama ha trascendido al paso del tiempo porque sus efectos fueron tan devastadores que dejaron una huella imborrable. Se trata de la filoxera de la vid.
Seguro que has oído hablar de ella aunque sea de pasada y hoy desde Ecoambiente Sanidad Ambiental repasamos contigo por qué fue tan desgraciadamente importante. Este es un insecto hemíptero perteneciente a una especie que para nosotros es invasora, puesto que es autóctona de Norteamérica. Como sucedió en tantas ocasiones, el comercio transatlántico trajo consigo una catástrofe insospechada. La importación de plantas de vid americana a Francia en 1868 trajo consigo a la filoxera, cuya existencia está intrínsecamente ligada a esta especie vegetal que le sirve de sustento.
El problema es que, mientras que las vides americanas podían sobrevivir al ataque de la filoxera de la vid, las europeas eran mucho más vulnerables a esta amenaza ajena. Así, sus raíces comenzaban a degenerarse y a ser pasto de microorganismos que las pudrían. La consecuencia es que no solo desaparecían partes del cultivo bajo la voracidad del insecto, sino que su actividad mataba las plantas por su misma raíz a una velocidad incontrolable.
Pocos años después de empezar a devastar el viñedo francés, la presencia de la filoxera se expandió por el litoral mediterráneo español. Pese a que se intentó ponerle freno por distintos medios, terminó por llegar también a Valencia ya en los albores del siglo XX. Se cree que aquí no solo llegaron en el marco de su expansión por media Península, sino que también se pudieron traer directamente a terrenos valencianos nuevas plantas importadas e infectadas por la plaga.
Cuando hablamos de la gravedad de aquella situación no estamos pensando solamente en los grandes daños al sector de la agricultura y a las variedades autóctonas de uva, sino también en las consecuencias que tuvo para la población. Muchas eran las personas que dependían económicamente de la producción de uva, en especial la pasa, en comarcas como la Marina Alta, la Vall d’Albaida y la Safor. La dimensión de la catástrofe de la filoxera llegó así a forzar el éxodo de miles de valencianos hacia América, particularmente a Nueva York, y cambió para siempre el panorama de la agricultura valenciana, en el que la vid nunca recuperó el protagonismo perdido: el naranjo se extendió sobre muchas de aquellas tierras.