La prevención de la legionella en Valencia es un tema recurrente estos días. De hecho, a mediados de octubre llegó a las Cortes donde se propuso crear una comisión de investigación para estudiar el origen y las posibles soluciones contra esta bacteria. Hablamos de un microorganismo que cada año infecta a personas y, en algunos casos, llega a ser letal. Raro es el año que no tenemos que lamentar víctimas mortales. El pasado verano un nuevo brote acabó con la vida de un hombre en una urbanización en Chiva. No fue el único caso en la zona, por lo que el problema fue calificado por la Consejería de Sanidad de la Generalitat como “brote”.
Esta bacteria tan peligrosa se encuentra presente en los depósitos de agua dulce o en aquellas instalaciones que no se encuentren debidamente desinfectadas. Puede transmitirse por el aire y causa graves infecciones y complicaciones respiratorias. Si bien es cierto que no todas las personas en contacto con el germen desarrollan la enfermedad. El agua pulverizada que se utiliza en las terrazas de las localidades más calurosas es uno de los métodos más habituales de contagio. Aunque existen muchas otras: el aire acondicionado, la listeria o, incluso, su presencia en algunos alimentos.
Todos los usuarios deben ser responsables en cuanto a su contacto con las instalaciones de agua o con las instalaciones sensibles de poder contener esta bacteria. En cualquier caso, no es suficiente. Será necesario un mantenimiento regular y controles periódicos para mantenerla alejada. La prevención de la legionella se ha vuelto un punto clave para evitar que las personas se contagien. La limpieza y desinfección de los sistemas de agua potable, son sin duda, las mejores armas para combatir esta peligrosa patología.
Desde Ecoambiente Sanidad Ambiental queremos destacar que los niños y los mayores son más vulnerables a la enfermedad. Las personas alérgicas o con problemas respiratorios tienen un mayor porcentaje de riesgo de perecer durante el desarrollo de la enfermedad. Cada año vemos más casos de personas afectadas y el cambio climático, que eleva las temperaturas en primavera y otoño, alarga los periodos de riesgo. En este escenario, la prevención se vuelve vital.