Nunca un pequeño insecto ocasionó tantos daños como la oruga del pino, este diminuto ser que se alimenta de materia vegetal representa un auténtico riesgo, sobre todo para las mascotas y los niños. Aunque parecen realmente inofensivas, desde nuestro servicio de control de plagas en Valencia podemos asegurar que son capaces de ocasionar estragos en las plantaciones de pinos al provocar la defoliación del árbol, impidiendo su crecimiento. Además, dejan la puerta abierta para que otras plagas lo ataquen y acaben el trabajo sucio que ellas han comenzado.
Estas orugas son capaces de soportar las gélidas temperaturas invernales ya que se acomodan en una especie de bolsas en las que pueden vivir hasta 200 larvas. Al principio no ocasionan muchos daños, pero con el paso del tiempo el deterioro del pinar es evidente.
La oruga del pino que se conoce habitualmente como procesionaria aprovecha la primavera para salir de sus bolsas y abandonar los árboles. Descienden por las plantaciones unas detrás de las otras, como en procesión, formando hileras. Cuando estas orugas inician este viaje están a punto de transformarse. Una vez en el suelo, se entierran para convertirse en mariposas.
Sin embargo, desde Ecoambiente Sanidad Ambiental queremos señalar que la presencia de estas orugas en parques y jardines urbanos es cada vez más frecuente. Precisamente, en este momento es cuando comienza el riesgo real para las personas. De hecho, ni siquiera es necesario un contacto directo para que se ocasionen reacciones alérgicas. Si un niño o un animal se encuentran cerca y la procesionaria se siente amenazada lanza sus pelos al aire. No parece una gran amenaza, pero esos pelillos son urticantes y si los animales los respiran puede resultar fatal para ellos, llegando a morir.
Las plagas de procesionarias son un riesgo para la naturaleza y también para nuestras mascotas, pudiendo desencadenar diversas reacciones alérgicas en el ser humano, que pueden resultar más graves para los niños. La mejor opción es recurrir a un servicio profesional de control de plagas, que dispone de las herramientas y los medios más adecuados para alejar a la procesionaria de nuestra propiedad o de los parques públicos, dando esquinazo al riesgo que supone encontrarse con ellas.